José iba andando al trabajo, hacía bastante viento… y de repente una rama de un árbol se desprendió de este con la mala suerte de caer sobre su cabeza. Cae al suelo, golpeándose duramente en la frente y allí permanece tendido hasta que los servicios sanitarios empiezan a atenderle. Al llegar, le realizan una traqueotomía de urgencia, le inmovilizan y directamente lo llevan al hospital para intervenirle los más tempranamente posible.
Carolina corría en la cinta del gimnasio cuando de pronto empieza a sentirse mareada, nota mucho dolor de cabeza y siente como la parte derecha de su cuerpo ha perdido movilidad. Se deja caer en el suelo, ya que sus piernas no pueden resistir el peso de su cuerpo. La gente de su alrededor no sabe bien qué le está pasando. Le preguntan, pero ella apenas pueda articular palabra… Se dan cuenta de que tiene la boca torcida y que no puede moverse. A los pocos minutos Carol pierde la conciencia y ya no recuerda nada de lo que sucede posteriormente.
Bruno, un niño de tan sólo 5 años, se encuentra jugando en la piscina con sus amigos. Lo están pasando todos de maravilla, han traído una pelota nueva especial para el agua. Sin querer, la pelota se escapa a la piscina grande. Bruno se lanza sin pensarlo, pero no sabe nadar lo suficiente como para llegar hasta ella…En ese momento sus cuidadores se encontraban hablando con sus amigos y tardan en darse cuenta del acontecimiento… La abuela del pequeño se zambulle a por él y lo arrastra hacia la orilla. Al sacarlo del agua observan que el pequeño no respira. Empiezan a hacerle la reanimación mientras acude la ambulancia. Tras varios minutos de reanimación, logran reestablecer las constantes vitales, pero Bruno a las pocas horas entra en coma. El pronóstico es grave y el futuro un completo enigma.
Historias como las anteriores suceden todos los días. Traumatismos, anoxias, ictus, tumores e infecciones cerebrales…todas estas patologías dañan nuestro cerebro. A día de hoy, todas ellas, se encuentran bajo el paraguas del daño cerebral adquirido.
Hoy día 26 de octubre es su día.
Momento de salir a la calle y decirle al mundo: esto que me ha pasado a mí, también te puede pasar a ti. Queremos que nos conozcas y que no nos tengas pena, porque tenemos la inmensa suerte de estar vivos. Queremos que hayas oído hablar de nosotros. Por si algún día nos necesitas, sepas que nos vas a tener a tu lado para acompañarte en el camino. Porque este camino tiene subidas, bajadas, curvas, unas curvas inesperadas que te sacara de la travesía que tenías prevista… y que sacudirán la vida tal cual la conocías hasta el momento.
¿Qué camino os preguntaréis algunos?
Cuando el daño cerebral llega a una familia, la cambia para siempre. No solo afecta a la persona que ha sufrido el daño cerebral, sino que toda la estructura familiar debe adaptarse a la nueva situación. Dicho con estas palabras parece sencillo, pero no lo es.
Conozco a muchas familias que llevan años intentando reconstruir el modelo familiar, unas lo llevan mejor y otras la verdad que no lo llevan tan bien. Pero cada uno tiene su proceso y los profesionales que nos dedicamos a la rehabilitación, tenemos que tener presente este aspecto.
Las familias nos demuestran cada día que son ejemplos de superación, de adaptación, de resistencia, de lucha y de coraje. Pero también sabemos que son mayores los momentos difíciles, duros, demasiado duros algunas veces… Y que el estado emocional de la familia va a repercutir en la evolución de la persona afectada y de la adaptación a la nueva situación.
Desde aquí quiero dar la más sincera enhorabuena a todos los proyectos que ayudan a las personas con daño cerebral adquirido y sus familias. Seguid luchando por vuestros objetivos, más tarde o más pronto echaréis la vista atrás y veréis cómo ha crecido todo lo que habéis sembrado.
A vosotros pacientes, usuarios y usuarias de los recursos de daño cerebral adquirido. Seguid remando, no desistáis, porque vida tenemos una y aunque os hayan obligado a echar el alto recordad:
“Una vida salvada merece ser vivida con dignidad”
