6 EVIDENCIAS DE LA TERAPIA ACUÁTICA

terapia acuática

Que la terapia acuática llama la atención no es algo que sea novedoso. Al medio acuático se le atribuyen beneficios en todas las etapas de la vida y para una gran variedad de patologías: fibromialgia, dolor de espalda, lesiones deportivas, osteoporosis… y por supuesto para personas con daño neurológico.  Son muchos profesionales de la neurorrehabilitación que apoyan este tipo de intervención basándose en que hay numerosas evidencias que la avalan. Pero por el contrario también nos encontramos con grandes detractores que critican la falta de transferencia de la terapia fuera del medio acuático.

En la entrada de hoy hemos extraído nuestras propias conclusiones sobre esta terapia, a través de la lectura de varios artículos científicos y publicaciones, relacionados con la terapia acuática en patologías de origen neurológico.

En la lectura de estos estudios se han analizado diferentes terapias acuáticas.

Terapia acuática en daño neurológico ¿Cuáles son las más utilizadas?

  1. Halliwick
  2. Ai chi
  3. Water Specific therapy también conocida como terapia específica en el agua
  4. Watsú

Unas tienen más evidencia que otras, pero todas ellas en mayor o menor grado mejoran los parámetros que detallo a continuación.

6 beneficios de la terapia acuática:

  1. Equilibrio
  2. Marcha
  3. Función cardiorrespiratoria
  4. Fuerza muscular
  5. Funcionalidad
  6. Calidad de vida

La mayoría de estos estudios han sido realizados en comparación con la terapia física en seco y también en comparación con personas que no realizaban ningún tipo de intervención física, ni en seco ni el medio acuático.

Cabe destacar que todos ellos hacen referencia a la complejidad de realizar la revisión de la bibliografía. Ya que cada estudio focalizaba su investigación sobre una característica concreta y en grupos poblacionales muy diversos.

Las emociones que despierta el agua:

La variable emocional no se ha analizado en profundidad en estos estudios. A mi parecer, este es un gran error que se ha perpetuado en el tiempo pero que poco a poco va ganando terreno en las investigaciones. ¿Qué somos las personas sin las emociones?

Todas las personas en algún momento u otro hemos experimentado las múltiples sensaciones que nos produce el agua. No me refiero a la necesidad de zambullirse en una piscina y nadar, sino a toda aquella experiencia en la que se encuentre este líquido de por medio.

Aquí una servidora ha ido muchos años de campamento, donde las duchas portátiles que nos montaban los miembros del “Equipo A” (evidentemente no eran Murdock y M.A, sino el equipo de padres de apoyo) digamos que dejaban mucho que desear. Una tubería colgada de tronco a tronco de dos árboles, con diferentes agujeros por los cuales caía un hilo fino de agua directamente del río. Toda una experiencia que deberías probar alguna vez en tu vida, ya que después de esta “ducha” todos nos sentíamos especialmente relajados.

A parte de neurologopeda, he estado muchos años trabajando como monitora de natación para todo tipo de población y desde que trabajo con personas con daño cerebral este medio me ha seguido llamando la atención. He podido comprobar que esa sensación que yo tengo después de un baño caliente, la tienen el resto de los mortales. Pero cuando le pregunté directamente a un usuario del centro donde trabajo ¿Por qué te gusta tanto ir a la piscina? obtuve la siguiente respuesta:

“Hay días que siento que llevo un ancla colgada de mi pierna izquierda y otra de mi brazo izquierdo. En el agua puedo hacer movimientos que fuera de ella no consigo realizar. Ese ancla desaparece por completo y… ¡oh, amiga! ese momento no lo cambio por nada. Sentir que puedes controlar mejor tu cuerpo, que no es él el que te domina me compensa todo el esfuerzo que tengo que hacer para volver a sentir esa sensación”

Por el contrario, también he comprobado que las personas que anteriormente a lesión cerebral no eran amantes del medio acuático tampoco lo son después. Esto no es una regla de oro, pero suele ser bastante habitual que si no tenían predisposición por el baño, el deporte y en especial por el deporte acuático les cueste o directamente rechacen la intervención en el agua. Muchos sí son capaces de ver los beneficios que les aporta esta terapia, independientemente de sus hábitos anteriores pero muchos otros no llegarán a verlo y es importante ser consciente de ello y en caso de ser necesario también hacérselo entender a sus familiares.

Conclusiones sobre la terapia acuática:

A lo largo de esta entrada hemos visto que la terapia acuática tiene múltiples beneficios para toda la población. En el caso de las personas con daño neurológico, también las hay pero también hemos encontrado sus limitaciones. Pero ¿hay alguna técnica, terapia, disciplina médica que no las tenga?

Lo más relevante que me gustaría que te llevaras hoy, es que la terapia acuática no es para todo el mundo, ya que hay muchas personas a quien no les gusta este medio. Pero si tienes la suerte de que la persona que busca tus servicios le gusta el agua, poder ofertar este tipo de intervención marcará la diferencia de tu intervención y estarás mejorando la calidad de vida de la persona con daño neurológico.

Si quieres ampliar tus conocimientos sobre la terapia acuática, te recomendamos la siguiente formación “Terapia ocupacional en el medio acuático” impartido por Sara Pascual, terapeuta ocupacional acuática. 

Referencias bibliográficas:

Lozano-Puertas JA, et al. Efectividad de la terapia acuática en pacientes con accidente cerebrovascular: una revisión sistemática. Fisioterapia. 2018. https://doi.org/10.1016/j.ft.2018.04.001

 

 

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