LAS EMOCIONES EN EL CÁNCER

Las emociones en el cáncer

Y ahí estaba ella, mi amiga de toda la vida, con 31 años recién cumplidos diciéndome las palabras más duras que había oído en mucho tiempo:

  • Tengo cáncer de pecho.
  • ¿Es malo? – pregunté yo.
  • Es de los malos, malos…

Al instante quería llorar, pero ella tenía media sonrisa en su rostro…no iba a ser yo la dramática mientras ella lo estaba llevando con una tranquilidad asombrosa. Mientras me contaba cómo iba a ser el proceso, sólo podía pensar en por qué ella estaba tan tranquila y yo sólo quería salir de allí para llorar y empezar a soltar insultos por la boca.

Recuerdo que lloré en numerosas ocasiones…no sabía cómo ayudarla, ¿le apetecería hablar del tema de vez en cuando?, ¿o por el contrario preferiría que nadie le preguntara?, ¿cuánto tiempo de tratamiento iba a ser?, ¿cuál era el pronóstico?… Me hacía multitud de preguntas que no tenían respuesta, al menos por el momento… sólo el tiempo podría responderlas.

A medida que avanzaba el tratamiento, se iban viendo los efectos secundarios de la quimioterapia: pérdida de peso, agotamiento, caída de pelo… Muchas personas nos preguntábamos cómo y cuándo sería el momento de cortarse el pelo, ¿debíamos hacer algo los demás para apoyarla en eso momento?… Preguntas y más preguntas, pasaban por nuestras cabezas y esa realidad que nos preguntábamos, llegó más pronto de lo que nos imaginábamos. La primera vez que la vi con pañuelo pensé: ¡Qué guapa está! Llevaba el pañuelo puesto de un modo muy original, había rellenado las cejas con un lápiz de ojos, alargado sus pestañas con un poco de rímel, y unos pendientes grandes completaban el look.

Mi amiga sin quererlo nos estaba dando una lección de vida: sí, tenía cáncer ¿y qué? Eso no le iba a impedir seguir disfrutando de la vida como lo había hecho hasta entonces. Por supuesto, iba a centrarse en acabar con el bicho, pero sin perder más tiempo del necesario en los aspectos más duros del cáncer: la incertidumbre, el dolor, la tristeza o la sensación de que los demás te traten como una persona enferma y no como la persona que fuiste hasta el momento en que dijiste: ¡Tengo cáncer!

El impacto que genera la palabra cáncer al llegar a un núcleo de personas es evidente y muy difícil de gestionar. Cuestiones como la edad de la persona que sufre la enfermedad, la localización de la misma, el pronóstico, la situación económica… inciden directamente sobre el aspecto emocional que rodea al cáncer. Los psicólogos y psicólogas oncológicos todavía son unos grandes desconocidos para nuestra sociedad y su papel es deviene de gran relevancia tanto para los pacientes como para sus familias.

Por desgracia, historias como la de mi amiga suceden todos los días. Cada una empieza y termina de un modo, mejor o peor… Pero por lo general, la gran mayoría de pacientes con cáncer son personas luchadoras, que intentan llevarlo del mejor modo y pretenden contagiar a los de su alrededor de esa forma de ver la vida. Por supuesto, la positividad ante la adversidad no asegura la curación, pero nos ayuda a que el camino sea lo más llevadero posible, sea cual sea el final.

“Tengo ganas de reír, de llorar, pero sobre todo de VIVIR” (Pau Donés)

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